No fueron tantos los Cannes con los que se cruzó sino con sus detritos, y fue en uno de esos ademanes por no pisar lo impisable que tropieza con la huella de la mano que sueña toque toda su misteriosa y diminuta humanidad.
Así, consigue retratarse haciéndose pasar por el actual prefijo del nombre de su amada y se hace camino por la alfombra roja que sabe lo conducirá sin duda hacia su galardón.
Esta faceta donjuanesca de S.M. tiene un poco preocupado al cronista pero en Cannes has como los Canninnos
