Algo saben, de algo son cómplices los elefantes y el Señor Misterioso. Alguna información indudablemente vital conocen y no comparten. Algo están viendo y su silencio es quizas el ruido más temible jamás escuchado.
Y el mundo no debería hacer menos que temblar y encomendarse a cualquiera que sean sus creencias.
Que Allah, Yahveh, Cristo y Buda nos protejan.
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